-¿Estás ya en la Tierra? -preguntó Ricky, impaciente.
Bécquer: Llego en breves,
no te alteres.
Tras la revelación de los Teletubbies al dúo tontámico, Ricky y Bécquer se habían dividido para poder hacer posible el rescate de aquel dinosaurio al que tenían que rescatar. Todo aquello tras haber viajado al pasado, millones de años atrás, hacia una época en la que ni siquiera existía el túnel Thriller. Para hacer posible el viaje al futuro del todavía desconocido Alfonso, Ricky tenía que permanecer en el presente creando una anomalía espacio-temporal en el túnel de energía. Como el Pokécomunicador no funcionaba al estar separados por eones, maestro y aprendiz se comunicaban por el túnel encerrador en la Pokéball.
Bécquer: Y digo yo,
¿no era más fácil
coger al dinosaurio
y conmigo, de vuelta, llevarlo?
-Bueeeeno, eso sería lo fácil, pero, si tú tuvieras un crucigrama que ansías resolver, aunque es imposible hacerlo, ¿mirarías las soluciones? ¿¡Estropearías la magia de los crucigramas!?
Bécquer: Sí.
Ante una respuesta tan ligera, sosa y seca, Ricky se enfadó. Enervado, Ricky, repentinamente, le gritó:
-¡Pues ahí te quedas, maldito calvo! ¡Ojalá no vuelvas nunca, que yo estaba mejor sin ti!
Después de un breve sollozo por parte de ambos y de escucharse una música emotiva así como de fondo, Ricky, aún emocionado, cerró el portal que Bécquer había abierto para llevar a Alfonso sano y salvo al futuro. Bécquer, preocupado, llamó a Ricky.
Bécquer: ¿Ri-Ricky...?
No obtuvo respuesta.
Bécquer: Ricky, ¿estás ahí?
¡Ricky, contesta, por favor!
¡¡¡Ricky, contesta, joder,
estoy muy mal sin ti!!!
Ahora no sé cómo volver,
te necesito, Ricky; háblame,
sedúceme, soy lo mejor
del univeeeersoooooo -Bécquer, instantáneamente, se dio cuenta de que, inconscientemente, se había puesto a cantar y a bailar con un tiranosaurio muy majo y guapetón que se había cruzado con él.
Perdón, Ricky, ha sido
la emoción del momento.
Uf, estoy sudando ya
de tanto bailar.
De repente, interrumpiendo el momento eufórico de nuestro queridísimo Guanapio (será eso), se oyó de nuevo una voz que le hablaba a través del -ahora vuelto a abrir- túnel de energía de la Pokéball. Era una voz mucho más grave que la de Ricky y hablaba en tono amenazante.
-¿Guanapio Adelfa Bécquer?
Bécquer titubeó un momento, asustado por aquella llamada repentina y sin entrantes de ningún tipo.
Bécquer: ¿Sí?
¿Ricky?
La voz extraña rió.
-Ay, no, no, querido amigo, no soy ese tal "Ricky Martin". Je, je... No, no. Verás...
Bécquer: Yo no he dicho "Ricky Martin";
yo sólo he dicho "Ricky" -le interrumpió Bécquer.
-¿Qué? -tosió-. Perdona, se cor-- la com--.
Bécquer: ¿Eres tonto o algo?
-No, chaval, no. Soy... ¡tu peor pesadilla! JAJAJAJAJAJAJA, JAJAJAJAJA, JAJAJA.
Bécquer se llevó las manos a la cabeza, cansado de aquel pavo que, obviamente, estaba ido.
Bécquer: ¿Ricky?
Eres Ricky, ¿verdad?
Se te ha escapado un gallo.
-¿Qué? -volvió a toser, esta vez nerviosamente-. No, no, no se me escapa ningún gallo, amigo.
Bécquer: Ricky, pillín, que se te nota un montón,
deja de hacerte el vacilón.
Ricky se rió al otro lado del portal.
-Hostia, tío, ¿cómo me has pillado?
Bécquer correspondió su risa y, todavía en el movimiento involuntario de su mandíbula, respondió:
Bécquer: Pues no te creas, ¿eh?, no te creas,
que he estado dudando porque has disimulado que no veas.
Yo decía <<o es Ricky, o es Darth Vader,
que le ha dado un ataque de alergia o algo>>.
Pero no sé, ¿eh? Vamos, chaval, madre mía,
en serio, qué realista parecía.
Al menos, lo parecía hasta que se te fue la voz.
O sea, yo estaba dudando, que he tenido
que pedir comodín del público al dinosaurio y todo.
-Oye, gracias, ¿eh? Corto un momento esto, que me llama la churri.
Bécquer: Vale, vale, ¿eh, tío? Felicidades, de verdad,
que me has hecho sufrir e incluso llorar,
pero la pena ha merecido, en realidad.
-Deu -se despidió Ricky, cortando a Bécquer.
Ricky abandonó de nuevo la comunicación, recordando a Bécquer, con el silencio que se había hecho, que éste seguía abrazado a aquel dinosaurio que le había facilitado la respuesta. Bécquer se separó de él rápidamente y, ajustándose su ropa y aclarándose la garganta, dijo:
Bécquer: Hola, soy Bécquer, veintitantos, soltero,
poderoso, aprendiz de Ricky Martin
y, por si las dudas, hetero.
¿Y tú qué?
El tiranosaurio, extrañado, olió a Bécquer.
Bécquer: Tú... ¿quién eres? -repitió la pregunta para que el dinosaurio se enterara bien.
-Hmprrrsft-frrr... ¡ROARRR GR SCRATCH FSSST!
Bécquer, que estaba casi dando con la espalda en el suelo de apartarse de aquel violento dinosaurio -al menos, verbalmente-, que no paraba de escupir, mientras hablaba, le apartó el hocico y, con tono de superioridad, le impuso sus ideas.
Bécquer: Mira, chaval, lo primero:
a mí no me hables como si fuera tonto, ¿vale?
Lo segundo: ahora te llamas Alfonso,
pues no puedo llamarte Facundo.
Lo tercero: me da igual
si tienes hijos, hijas,
mujer o marido;
lo que está claro es que te vienes conmigo.
El dinosaurio, que parecía no estar de acuerdo, expresó ese desacuerdo a su manera:
-¡¡¡SPFFFFFBBB!!!
Bécquer: Y, por cierto,
te hace falta un pedagogo.
Ricky, carga bien el almacenaje,
si estás libre ya.
-Sí, ya sí -le confirmó, desde el otro lado, Ricky.
Bécquer: Pues ea, que ya voy con mi amigo Alfie.
Deme un momentito, maestro -dijo, ajustándose la ropa otra vez.
-Ya te he cargado el túnel. Ahora, lanza la Pokéball -ordenó Ricky, tras un instante de silencio.
Bécquer lanzó la Pokéball y, agarrando a Alfonso para que no se escapara, entraron ambos en aquel túnel que se había creado delante suya.
-Ups -se alertó Ricky.
Bécquer se preocupó.
Bécquer: ¿Qué pasa, Ricky?
-Que la hemos cagado, Bécquer.
Ricky tragó saliva, sudando.
-Y mucho.
-Continuará-.
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